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Sexo alrededor del mundo




Valérie Tasso, sexóloga, escritora y ex prostituta, cree que se ha vendido una imagen del amor errónea. Este sentimiento, a su juicio, es intuitivo y requiere mucha cultura. «Si sois profanos en el arte no podéis juzgar una obra de arte. Con el amor pasa lo mismo», explicó la autora de «Diario de una ninfómana», que agregó: «Haría falta una cultura del sexo como la hay del arte». Provocativa, escandalosa, seductora y promiscua, Tasso ofreció ayer una conferencia en el Centro de Servicios Universitarios bajo el título «Amor, sexo y cultura». 

El amor tradicional -según lo que se entienda por tradicional, según Tasso- siempre ha estado protagonizado en Europa por la figura de un hombre y una mujer unidos en matrimonio. Se pueden encontrar también verdaderos sentimientos de amor que se manifiestan de distintas formas a lo largo del mundo. En el Tíbet, por ejemplo, las mujeres vírgenes están mal vistas. «Si un tibetano encuentra a una mujer que se ha tirado a todo su colegio mucho mejor», manifestó la sexóloga Valérie Tasso. Y no solo eso. «Cuando un extranjero llega a sus casas es frecuente que propongan al invitado pasar la noche con ellos o con ellas, y si se les dice que no se lo toman como un feo», aseguró. Casados o no casados, los tibetanos siempre dan la bienvenida en su cama. Por cada acto sexual que practican con un invitado se cuelgan un collar, por lo que es normal que lleguen a tener decenas. Lo suyo es una especie de «matrimonio abierto». 

El matrimonio Nuer es otra historia. Los Nuer -o Nath- son de Sudán y Etiopía. Se caracterizan porque una mujer estéril se une con otra mujer generalmente más joven para pasar la vida juntas. El hombre solo es necesario para fecundar a la mujer fértil y después se va. El matrimonio Mut'a se diferencia del resto en el pago de un dinero a cambio del placer obtenido de la mujer durante un periodo de tiempo determinado. Lo suelen practicar, según Tasso, hombres casados que viajan mucho y no quieren estar solos. Eso sí, si durante ese tiempo la mujer se queda embarazada, el niño tiene el mismo derecho que los hijos legítimos del pagador. 

Los inuit, también llamados esquimales, habitan en pequeños enclaves de las zonas costeras de Groenlandia y el extremo nororiental de Siberia. En la cultura tradicional, los matrimonios, aunque pactados en ocasiones, quedan generalmente a libre elección del individuo. La monogamia es la costumbre frecuente, pero también se da tanto la poliginia como la poliandria. La poliandria es el estado del hombre casado con varias mujeres, lo mismo que la poliandria pero al contrario, es decir, cuando una mujer puede estar al mismo tiempo en matrimonio con varios varones. 

Los tipos de matrimonios que hay repartidos por el mundo son muy diferentes. Por eso ayer Valérie Tasso quiso demostrar que no hay una forma predeterminada para llevar acabo ese desconocido sentimiento llamado amor. «El amor depende de cada persona, y está en nuestras manos cambiarlo si no estamos a gusto con él», aseguró por su parte la sexóloga Anabel F. Francos, que también participó en el curso «Sexología: erótica, deseo, amor y pedagogía» que dirigen en el Centro de Servicios Universitarios la sexóloga Ana Fernández Alonso y el profesor José Joaquín Arrieta. 

Esta mañana continuarán las ponencias a cargo de Iván Rotella, que ofrecerá una ponencia con el título «Parejas estables: la gestión del deseo erótico», José Luis Biztegi que disertará sobre «El imaginario y la fantasía» o María Mougeot que analizará la erótica y la moral social.

Fuente: LNE

La vuelta al mundo en 80... cervezas




Conocer países sin salir de Avilés nunca fue tan fácil. Con el XVIII Festival de la cerveza, que abrió ayer sus puertas en la plaza de abastos, se puede dar la vuelta al mundo con los labios orlados de espuma. Los distintos establecimientos participantes en la cita, organizada por la sociedad Mercado de Avilés, ofrecen hasta el día 20 todo tipo de cervezas entre las que se pueden encontrar las más habituales y las más desconocidas. Los asistentes comenzaron a bullir ayer a partir de las siete de la tarde, degustando bebidas de países como Alemania, Australia, Holanda y la República Dominicana, entre otros. 

La plaza se llenó de personas de todas las edades que habían quedado para lo que los avilesinos llaman popularmente «ir a la cerveza». Y algunos se sorprendieron, un año más, de la cantidad de marcas y tipos que existen. Cervezas como la «Fosters», de Australia, son bastantes conocidas en España, según apuntó Irene Fano, aunque muchos solo se animan a probarlas en festivales como este. Sin embargo hay otras como la «Timmerman» que no es tan común. Esta bebida es una de las más exitosas entre las personas que no son muy aficionadas al sabor fuerte de la cerveza ya que se puede degustar con sabor a frambuesa y melocotón, entre otros, tal y como señalaron los responsables de los establecimientos. Además hay cervezas muy fuertes como la «Leffe Blonde» de Bélgica, con 6,6 grados, y otras más suaves como la holandesa «Bavaria» con 5 grados o la mexicana «Sol» de 4,5 grados. 

Una nacionalidad que nunca falta es la alemana, con cervezas sin alcohol como la «Karamalz», que es negra y dulce; los combinados, que parecen tener mucho éxito entre los menos cerveceros, como la «Banana Weiss» (a base de cerveza de trigo y zumo de plátano) y por último cervezas con alcohol como la «Aventinus», que es la más antigua de Bavaria y tiene 8,5 grados. También la «Cubanero», de Cuba, la «Pilsner», de la República Checa, y la «Presidente», de la República Dominicana, tienen su sitio en Avilés.

Aún así, hay personas más nacionalistas que barren para casa y que prefieren un sabor más familiar como el de la «Estrella Damm» o la «Estrella de Galicia», dos de las cervezas más españolas más conocidas. Esta última es una de las más vendidas, tal y como apuntó Letizia Rivera. También son muy demandadas las asturianas «Belenos» o «L'Esbardu», según precisó Nacho Martínez.

Fuente: LNE

La gran familia del surf no entiende de tópicos




El estereotipo de los surferos los define como altos, jóvenes, fuertes, de pelo largo, con un estilo desenfadado en su comportamiento, con pulseras y una vestimenta colorida. Sin embargo, esa imagen es un mito; seguro que hay algunos que cumplen esos requisitos, pero la mayoría de los «tabloneros» que estos días se dan cita en Salinas con motivo del festival Longboard tienen estilos muy diferentes a las características comunes que se les presume. 

John Milius, director de la película de culto «Big wednesday», decía que todo lo que se necesita para un buen «film» de surf es una combinación de autos clásicos, grifos de soda, piruetas sobre tablas y frases como: «Eres un chico muy radical», porque «radical» en la década de los 70 era la coletilla surfera por excelencia. Cuarenta años después, la evolución ha sido inevitable pero alguna semejanza perdura: caravanas, cerveza, acrobacias sobre tablas y frases como: «Tío, vaya como molas». 

El surf nació en Hawaii pero se ha extendido por todo el mundo. Salinas es una de las playas con «mejores olas de Asturias», según Gonzalo López, uno de los surferos presentes en la localidad castrillonense, que desde hace diez años acoge todos los veranos a multitud de «tabloneros» llegados de diferentes partes de España e incluso de Europa, dispuestos a cabalgar las olas como solo ellos saben. 

Juan Antonio Barroso y su hijo Jorge, de 8 años, llegaron anteayer desde Cádiz. Es la segunda vez que se acercan a la costa cantábrica en verano con ocasión del festival Longboard. «Hemos venido por recomendación de unos amigos y porque las olas de Salinas son muy buenas en verano», explicaba el padre. Luca Gallino, un surfero italiano, llegó ayer con otro amigo a bordo de una caravana. A sus 29 años ya ha probado las olas de muchas playas de Francia, Italia, País Vasco y California y no quiso perderse las asturianas. 

Gonzalo López se decanta por el kitesurf, una modalidad que consiste en el uso de una cometa de tracción para deslizarse por el agua: «Aquí no se hace mucho porque falta viento, pero este año he querido probar». Wimy Izquierdo lleva veinte años practicando surf y ha llegado a coger olas de 4 metros. «Vengo todos los veranos al festival y la verdad que este año está mucho mejor organizado que el pasado», comentaba. 

Familias enteras, mayores y pequeños, gente de toda Europa, hombres y mujeres... A la vista está: no hay prototipos inmutables en este deporte.

Fuente: LNE

Monstruos sobre ruedas




Los protagonistas del «show», Saimen Lemoine y Sacha Bosly, dejaron boquiabiertos a los avilesinos con sus imposibles acrobacias a bordo de lo que para ellos son sus «bebés», también llamados «matagigantes» o «big foot». El espectáculo de estos ingenios de cuatro ruedas cuenta con ocho números distintos, a cual más peligroso y «absolutamente fascinantes», según Jorge Fernández, uno de los espectadores. El «show» levanta el telón con un desfile de coches de rally. Los pilotos no dudan en ponerlos a todo gas para demostrar la potencia de cada uno de ellos. El público aplaude a rabiar cuando Sacha y Saimen cambian sus automóviles por los quads para hacer acrobacias extremas. Los conducen sin manos, de pie e incluso a dos ruedas.

En el descanso, el organizador da paso a Gary Manolo, el «hombre de fuego», que con solo un casco de protección se sube al capó de un coche conducido por Saimen Lemoine y juntos atraviesan una pared de fuego. Para el siguiente número, los protagonistas, que hacen de dobles en la serie «Alerta Cobra», piden al público su participación. Los pilotos eligen a cinco chicas -entre ellas esta periodista- y las invitan a subir a los vehículos. Cuando las «voluntarias» se dan cuenta de dónde se han metido, tienen que agarrarse a lo que pueden para no caerse porque los coches ya están a dos ruedas. «Me animé a subir por probar y ha sido increíble; estoy alucinada, es como montar en una montaña rusa», asegura Jennifer Vázquez, una de las que probaron la experiencia.

«Me llamó mucho la atención y me animé a venir al show, pero nunca me habría imaginado que acabaría subida en un coche circulando a dos ruedas.

Cuando estaba ahí arriba se me durmieron hasta las piernas del miedo», afirma Lola Moreno. Cuando las mujeres se bajan de los vehículos, los pilotos siguen su número dando vueltas de 360 grados sobre dos ruedas para finalizar la primera parte del «show» Sacha Bosly subido al capó de un coche que circula a dos ruedas. La segunda parte de la actuación consigue arrancar la sonrisa de los espectadores. Las dos protagonistas del número, para la sorpresa de muchos, son dos niñas de tres y seis años, Isabel y Sofía respectivamente, las hijas del piloto Sacha Bosly. Las niñas dejan sorprendidos a muchos tras conducir los quads hacia atrás y con una mano. A continuación, el más joven de los pilotos, Saimen Lemoine se monta en su moto y, tras varios caballitos y derrapes, empieza su número de saltos. El motorista comienza saltando tres coches y va aumentándolos hasta llegar a siete. Para el último número Sacha Bosly se sube a un coche y da nada menos que tres vueltas de campana. La gente se encoje al ver que no sale del vehículo hasta que suena la música y el piloto brinca por la ventanilla para ponerse a bailar. El espectáculo acaba con los aplastacoches o «big foot». Sacha y Saimen se despiden del público destruyendo coches. De recuerdo: olor a gasolina y goma quemada. ¡Qué monstruos!

Fuente: LNE