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Un camino para perder el norte


Caminar es el más antiguo de los ejercicios y el senderismo una opción saludable para conocer la naturaleza recorriendo itinerarios rurales que proporcionan al caminante paz y sosiego. Las vistas que combinan playa y montaña son las preferidas de muchos de los caminantes que recorren kilómetros y kilómetros con una mochila a la espalda. La Senda Norte, en Castrillón, es el mejor ejemplo de este tipo de ruta. Estas características la convierten en una de las sendas más frecuentadas de la comarca. Este verano, con el buen tiempo a favor, la senda se llenó a diario de turistas y caminantes. LA NUEVA ESPAÑA ha recorrido la senda para descubrir (y también recomendar) sus encantos. 

Con aproximadamente diez kilómetros de camino (nivel de dificultad medio-bajo) la senda recorre la costa del municipio desde Arnao hasta Bayas. Se trata de una ruta llena de subidas y bajadas con algunas pendientes duras, como la subida al pueblo de Bayas desde la playa de Munielles y la subida al mirador de Vidrias desde la playa de Reguerón. Con una duración media de 5 horas, se puede recorrer andando, en bicicleta y a caballo. La senda se divide en tres partes: el primer tramo arranca de Arnao y llega a la playa de Santa María del Mar; el siguiente tramo continúa hasta la playa de Bahínas y, finalmente, el tercer y último tramo finaliza en el playón de Bayas. Claro está, la senda se puede hacer en un sentido o en otro, aunque lo normal es que se haga partiendo hacia el oeste desde la playa de Arnao, justo al lado del castillete de la mina. 

La senda comienza con una pendiente muy pronunciada en la que una familia de alemanes había decidido asentar su campamento veraniego cuando LA NUEVA ESPAÑA hizo la ruta. Heidelbeng Willi y Grobhaus Elke disfrutaron de sus vacaciones en la entrada de la senda verde, con sus dos hijos Annika y Nicolas. «Nos gusta este sitio por la naturaleza y porque no hay muchos alemanes; se agradece cambiar de aires», explica la mujer. Los hijos ya habían recorrido parte de la ruta en bicicleta y el mayor, además, aprovechó para escaparse a hacer surf a Salinas. «Es la segunda vez que venimos, hace tres años estuvimos en Ribadesella y en los Picos de Europa; nos encanta Asturias porque la gente de aquí es muy amable», aseguró el padre de familia. 

Tras un ascenso de aproximadamente un kilómetro, el primer punto de interés que muestra la senda es el mirador de La Ladrona, donde se pueden ver tanto la isla del mismo nombre como una amplia vista litoral. En una senda lo normal es ir a caminar, sin embargo esta ruta se presta para la práctica de otras actividades. Ángel Suarez e Iván Rubio son dos jóvenes de 26 y 27 años que diariamente se acercan al primer tramo de la ruta para practicar la escalada. «Es nuestro hobbie, por eso venimos todos los días y además las vistas son espectaculares», asegura Ángel Suárez. 

Unos metros más adelante ya se encuentra el descenso hacia la playa de Santa María del Mar, un lugar tranquilo rodeado de naturaleza, donde muchos veraneantes toman el sol mientras leen, como es el caso de Jose Luis Fernández, de Oviedo, que ya ha recorrido muchas veces la senda. «Conocí esta playa gracias a la senda y vengo a leer aquí porque es muy relajante y además las vistas son preciosas», explica. Sin embargo, hay otras personas que prefieren ir con toda la familia a pasar la tarde. Jesús Arbesú y Auri López son de Oviedo y eligen la playa de Santa María del Mar diariamente para ir con su perrita «Alba» a tomar el sol y bañarse, «Nos gusta porque hay poca gente y eso hace que estés muy tranquila», explica la mujer. 

La ruta sigue con unas cuantas subidas y bajadas hacia la playa de Bahínas, pero antes de llegar se puede disfrutar de un camino rodeado de valles donde pastan a sus anchas caballos y vacas. Este es el tramo preferido de Joaquín de la Riva, un caminante avilesino que ha decidido dar un paseo mientras su mujer toma el sol en la playa de Bahínas. «Me gusta el olor a mar de la senda», afirma. Un poco más adelante, justo antes de llegar a la playa de Bahínas, aparecen un par de ciclistas sorteando las piedras del camino. Muli y Gal Ross son dos israelíes que viven en Naveces desde hace un año y que han querido probar, por primera vez, como es la ruta en bicicleta. «Queríamos conocer el paisaje y decidimos hacerlo en bici, además nos gusta mucho el mar y las playas», asegura Muli Ross. A Gal Ross lo que más le gusta del Naveces es que está lo bastante lejos de la ciudad como para que haya paz, pero a la vez lo suficiente cerca para comprar cosas. 

Tras la playa de Bahínas, la ruta da paso a más praderas bordeadas por brezales. Ya casi a la mitad del recorrido, la playa de Munielles sale al encuentro del caminante. La senda atraviesa ahora la rasa de Bayas para descender a la playa del Cordial. Se asciende nuevamente hasta la rasa costera, alcanzando el mirador del cabo Vidrias y después un observatorio ornitológico, continuando hasta el mirador del alto de La Granda, para desde aquí bajar a la playa de Requexinos, en el extremo oriental del playón de Bayas, uno de los mayores arenales de Asturias. Aquí suelen a vernir a pasar el día David Pérez, su mujer, Susana Suárez, y su hija Inés. La familia es de Avilés aunque pasa todo el verano en Bayas. «Nos encantan las vistas desde los acantilados, pero hay algo que nos desagrada y es que hay partes que están muy descuidadas», lamenta el matrimonio.

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